La adrenalina es una sustancia de gran importancia en nuestro organismo que es segregada cuando nuestro cerebro piensa que nos encontramos en peligro o realizando una acción arriesgada, ayudándonos a sentir la necesidad de ponernos en alerta aumentando la frecuencia cardiaca.
Está comprobado que la adrenalina se produce en el interior de nuestro cuerpo, más expresamente en las glándulas suprarrenales. Estas glándulas se encuentran sobre nuestros riñones y son las encargadas de segregar al organismo esta hormona que tiene la propiedad de dilatar las vías respiratorias, como también aumentar la frecuencia de nuestro corazón, además de contraer los vasos sanguíneos por donde pasa la sangre.
Cuando una persona se encuentra en situación extrema, asustada o se mantiene alerta, el cerebro manda una orden para que se vaya segregando adrenalina, la cual nos ayudará en una situación compleja, poniéndonos activos y preparando nuestro cuerpo para enfrentar lo que viene. También sucede en el caso de practicar un deporte de alto riesgo.
Aunque esta es su función principal, el ser humano ha utilizado esta hormona para otros fines, ayudándonos a tratar ciertos problemas relacionados con la salud, como por ejemplo los paros cardiacos, la anafilaxia o la septicemia. A pesar de todo esto, si se utiliza sin supervisión médica, puede ocasionar daños y efectos negativos.
El funcionamiento en el cuerpo es complejo, ya que, en ocasiones, incluso cuando no estamos en una situación de riesgo total, nuestro cerebro ordena que se produzca adrenalina con el fin de prepararnos para lo que sea. Esto no es algo que vaya a ocurrir en pocos segundos como muchos pueden imaginar, sino que es un proceso lento, que puede tardar alrededor de 3 minutos. Durante este tiempo, se va a aumentar el riego sanguíneo, haciendo que el corazón bombee más sangre oxigenada, con el fin de que llegue a las extremidades, pudiendo correr más rápido si un peligro exterior nos persiguiese.
Músculos y cerebro
La adrenalina no solo ayuda a que los músculos reciban más sangre, sino también nuestro cerebro, consiguiendo de esta manera que podamos concentrarnos en sonidos, olores y otras percepciones que antes no apreciábamos. Para reducir la secreción de adrenalina en nuestro cuerpo se pueden seguir algunos pasos, sobre todo cuando sentimos el corazón muy acelerado o nos ha entrado un ataque de pánico. Estos se forman debido a un exceso de esta hormona en el cuerpo y puede ocasionar que actuemos sin razonar, moviéndonos por el estrés y el terror. Dichos pasos son sencillos y se pueden resumir en relajarse, sobre todo mentalmente, puesto que debemos de parar el envío de esta señal de socorro que hace nuestro cerebro a las glándulas suprarrenales. Muchas personas tienen sus propios mecanismos, como respirar con tranquilidad, eliminar aquellos pensamientos que nos provoquen miedo, sustituyéndolos por mensajes de calma.
Efectos secundarios
Esta sustancia se segrega para poder ayudarnos a sentirnos alerta, sin embargo, de manera natural puede provocarnos algunos trastornos que para nada deseamos, y que pueden llegar a mermar nuestra tranquilidad.
Uno de esos trastornos o efectos secundarios es el miedo, por ejemplo cuando transitamos por una calle solitaria de noche y empezamos a sentir que alguien nos sigue, a pesar de que esto no sea cierto, nuestro cuerpo se está preparando para cualquier alerta, algo que se puede extrapolar a cualquier otro sentimiento de miedo, incluso cuando vemos o leemos un libro de esta temática. Pero este es el menor de los efectos secundarios, ya que puede llegar a producir ansiedad, palpitaciones, mareo o incluso palidez y temblores por todo el cuerpo.
La mejor forma de eliminar estas sensaciones es tranquilizarse, sentarse y empezar a tomar conciencia de la propia respiración, normalizándola.
Por otro lado, a cierto número de personas esta hormona puede ocasionarles arritmias cardiacas o incluso hemorragias cerebrales, aunque es más habitual que ocurra esto cuando se trata de adrenalina inyectada.
La inyección de adrenalina por vías intravenosas se utiliza en la medicina desde hace bastante tiempo para, por ejemplo, activar el corazón cuando hay un paro cardíaco. El problema que existe con esto, es que si se aplica una cantidad excesiva a un paciente que debe ser tratado con esta sustancia, puede ocasionar problemas secundarios como que se le obstruya la arteria central que va a la retina del ojo, o incluso que se imposibilite la micción o que esta sea extremadamente dolorosa.
Los médicos son muy cuidadosos en el caso de aplicar varias dosis de adrenalina en un mismo periodo, ya que de ser inyectada, se tiene la posibilidad, aunque remota, que dicha zona del cuerpo produzca necrosis.
Por todos estos motivos, siempre aconsejaremos que se trate con un especialista antes de un tratamiento con esta hormona, ya que se deben de estudiar antes de la aplicación todos los detalles del paciente para no provocar una sobredosis.
*La adrenalina no solo ayuda a que los músculos reciban más sangre, sino también nuestro cerebro, consiguiendo de esta manera que podamos concentrarnos en sonidos, olores y otras percepciones que antes no apreciábamos.