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Marcel Loustau: “Tuve la suerte de estar en el momento y en el lugar justo, con la gente y la edad justa”

Loustau en la Exposición "Homenaje a Los Estómagos" el Centro Cívico Costa Urbana Shopping.

En el marco de la Exposición fotográfica en homenaje a la ex banda de rock “Los Estómagos”, -que comenzó en la ciudad de Pando en agosto del año pasado y que está recorriendo actualmente Canelones-, SHOP NEWS dialogó con el hacedor de esas imágenes: el reconocido fotógrafo y diseñador gráfico Marcel Jean Loustau (1966).

Por Silvana Brustia Caperchione

Días pasados, el artista nos recibió muy cordialmente en su apartamento ubicado en pleno corazón del Centro de Montevideo, con una vista privilegiada de toda la ciudad, donde, -café mediante-, mantuvimos una charla intima y extensa no solo sobre dicha muestra fotográfica y el tributo en vida a “Los Estómagos”, sino que recorrimos sus inicios en el mundo de la fotografía, el proceso creativo fotográfico, el camino andado, el mundo del rock de los años 80 en nuestro país, sus otras pasiones, sus proyectos y sobre otros temas que fueron surgiendo.

¿Cómo nació la idea de hacer esta exposición en homenaje a Los Estómagos?

-Todo comenzó en septiembre del 2020, cuando Wilson “Gallego” Mondelo y Robert “Perro” Umpiérrez, conductores del programa “Rocker City Radio” de Del Molino FM 89.3, lograron hacer algo que hasta el momento nadie había hecho: juntar y entrevistar a los 4 integrantes de la ex banda: Gabriel Peluffo, Marcelo Lasso, Gustavo Parodi y Fabián “Hueso” Hernández.

En base a eso, se les ocurrió hacer un homenaje en vida. Lo cual me pareció bárbaro porque en Uruguay hay una tendencia a hacer homenajes póstumos. Se creó entonces, una comisión civil organizadora y Mondelo me convocó a adherirme, ya que conocía mi trabajo como fotógrafo de “Los Estómagos”, aclarándome que era todo a pulmón. Propuesta que acepté de inmediato.

El proceso fue medio complicado porque estábamos en medio de la pandemia, pero finalmente desde el viernes 6 de agosto del 2021, recordando el día del primer concierto de la banda en el Centro Protección de Choferes de Pando en 1983, hasta el miércoles 25 de agosto (recordando el día de último concierto en el Cine Cordón de Montevideo, pero del año 1989), se realizó el homenaje en Pando, Canelones, lugar que los vio nacer. Durante el lapso de la muestra en dicha ciudad, en diferentes días, aparte de la charla inaugural, también logramos hacer visitas guiadas por los propios músicos.

¿Qué sentiste al poder homenajear a la banda?

-Es un orgullo poder homenajearlos. Aparte que son amigos y los aprecio muchísimo. Esta exposición fue un sueño cumplido. De esas cosas que uno sueña y las vueltas de la vida te lleva.

En la inauguración en Pando junto a Gabriel Peluffo

Recuerdo que tenía una novia que era de Pando, quien me alentaba a exponer ahí. Cuando la iba a buscar, pasábamos por el Centro Cultural de AFE,-que en ese momento era un granero venido a menos-, y le decía que el día que fuera a exponer sería en ese espacio. Finalmente fue ahí. Un sueño hecho realidad.

¿Después de la inauguración de la muestra cuál fue la ruta seguida?

-Se realizó un acuerdo con la Intendencia de Canelones que fue la que financió las impresiones de la muestra, de un año de gira por todo el departamento y nombró como coordinadora a Gabriela Gastelú con quien hicimos un tándem de trabajo muy bueno.

La ruta realizada fue Pando, Empalme Olmos, Cerrillos, Las Piedras, Costa Azul, Parque del Plata. Descansamos en el mes de marzo por el mes de la mujer, y del 20 al 29 de abril estuvimos en la Ciudad de la Costa, en el Centro Cívico Costa Urbana Shopping. Luego seguiremos por Canelones rural, “el Santoral”, San Jacinto. Y la idea es cerrar el ciclo en Pando, en el mes de agosto de este año, cuando la muestra pasa a mí poder. Ahí tengo pensado presentarlo en otros sitios. Mi apuesta es a que llegue a todo el interior y sobre todo a los rincones donde nunca llega nada. Pero ya lo recorrido ha sido una experiencia más que gratificante. Hay sitios donde realmente “se pusieron el proyecto al hombro”.

¿Cómo son las charlas inaugurales?

-Comienzo siempre por la historia de la fotografía, narrando que antes el sistema era análogo y no digital, por tanto esas fotos fueron sacadas con rollo, llevaban un proceso de revelado, una ampliación, con costos carísimos, cuando hoy el costo es 0, solo es tu aparato y luego tenés un soporte que es digital. Antes también tenías la limitación del rollo de 36 fotos, por lo que, por ejemplo en un recital tenías que estar pensando muy bien que foto ibas a sacar, y tener la suerte después que salieran todas, que no quedaran movidas, que no se velaran, etc. Hoy si voy a un recital estoy mirando en el momento y en vez de 36, he llegado a sacar 2000 fotos y después elijo las que más me gustan.

Luego engancho con el grupo de “Los Estómagos” también desde el lado de la tecnología, explicándoles en qué consistía tener una guitarra en ese momento, o un bajo, lo que eran las luces, lo que ha evolucionado. Que antes era todo a sacrificio e inventiva.

¿Cómo definís a la fotografía?

-Es una expresión artística antes que nada. Es poder captar un sentimiento, una expresión, una luz y un momento.

¿Cómo empezaste en ese mundo?

-Soy tercera de cuatro generaciones de fotógrafos. Comenzó mi abuelo que era amateur de un calibre brutal, siguió mi padre que lo llevó a un grado superior, fue el fotógrafo número uno de arquitectura del país. Continué yo y luego mi hijo que es un especialista en retratos.

Me inicié al revés de la mayoría, a los 4 o 5 años con el revelado de negativos en el estudio de mi padre. Recuerdo que no sabía ni siquiera la hora, que mi padre me preparaba todos los tanques del revelado de los negativos, y me explicaba que hacer.

Ahí me apasionó el tema del revelado y de la ampliación que es lo más mágico que he visto, porque en el cuarto oscuro colocas el negativo en la ampliadora, lo proyectas sobre el papel fotográfico en blanco sensible a la luz, lo sumergís en el revelador y a los 15 segundos empieza a aparecer la imagen despacito, despacito y luego ves la fotografía. No se me ocurre algo más mágico que eso.

Por otro lado, si bien mi abuelo me regaló mi primera cámara cuando tenía 5 años, recién empecé a los 14 años, fotografiando reuniones de amigos, algún paisaje, algún recital. No mucha cosa más, porque tenía un costo económico muy grande en ese momento. Y también un costo emocional, porque cada vez que pisaba el laboratorio de mi padre se quejaba por como lo dejaba o que había artículos fuera de lugar. Entonces hasta los 18 o 19 años no hice mucha fotografía, la cual desarrollé en los 80’.

¿Cómo llegaste a desarrollarte como fotógrafo?

-Siempre digo que tuve la suerte de estar en el momento justo, en el lugar justo, con la gente justa y con la edad justa.

Marcel Loustau en sus inicios como fotógrafo de bandas de rock en los 80’/ Foto: Panta Astiazarán

A los 19 años entré a trabajar como cadete y archivista del semanario Jaque donde estaban Raúl Forlán Lamarque y Guillermo Baltar, que también escribían en “La Semana” y en “El Día”. Ellos eran los soportes periodísticos culturales de toda la movida del rock de los años 80, lo que me permitió conocer de cerca, “mamar” ese periodismo musical. Incluso conocí el rock de “TalkindHeads”, “The Cure”, “Los Redondos”, “Sumo”…

Por otro lado, tuve la suerte de tener la misma edad que la gente que estaban tocando en Uruguay en ese momento, y me hice amigo de casi todos ellos, por ejemplo, de Cabaret Voltaire me hice amigo de la gente de “ADN”, quienes terminaron ensayando aquí, en casa. Con “Los Estómagos” hice todas las fotos de promoción de su último disco, también de la gente de Alvacast, de Puticlub, etc. Al ser amigo iba a todos lados y les sacaba fotos. Entonces si bien en mi archivo hay pocas fotos de estudio, sí es un archivo bastante completo de lo que era toda la movida del rock de los Años 80. Tengo entre 5000 y 6000 fotos. Hoy en día en un archivo no es nada, pero para la época es mucho. Lo bueno es que tuve la posibilidad de estar en recitales que no iba nadie a fotografiar. No hay nadie que tenga en un solo archivo Montevideo Rock I, II, Cabaret Voltaire, Arte en la Lona, etc., (eventos que se organizaron de índole multidisciplinario, con música, arte, pintura, poesía, performances y recitales en vivo), que para esa época no estaba visto, fue grosso.

¿Cómo fue la muestra de tu archivo sobre la movida del Rock de los 80’?

-La hice en la Universidad Católica hace 10 años aproximadamente. Fue un éxito inesperado. Recuerdo que en ese momento había unas elecciones y salía más yo en la TV que los políticos. Fue algo muy loco (risas).

Aparte en la presentación me acompañaron a exponer Dandraya, Baltar, Diego Barnabé y Aldo Silva. En un momento miré hacia el sector del público y vi que estaban sentados todos los músicos, mientras que nosotros, los periodistas y fotógrafos estábamos del otro lado. Fue emocionante verlos buscarse luego en las fotografías. Además, asistieron estudiantes que no conocían este movimiento, para quienes fue un descubrimiento.

Con esa misma exposición, fuimos luego a la Casa de la Cultura de Maldonado y también fue una situación similar. Solo que hicimos una mesa redonda, donde me acompañaron Tabaré Rivero,-que además presentaba su película-, y Baltar, con un público diverso, desde adolescentes hasta señores de 70 años, todos preguntando y ávidos de querer saber.

¿Qué tiene que tener alguien para que sea considerado un buen fotógrafo?

-Un buen ojo. Saber captar todo lo que te dije anteriormente. Y después todo gran artista tiene que tener su firma, una forma de expresarse, una continuidad.

¿Cuál crees que es la línea que te identifica como fotógrafo?

-Todo el proceso de la exposición de “Los Estómagos” me hizo evaluar mucho, quién soy, cómo fue mi trabajo, por qué se me reconoce, etc.

Creo que lo que ha me identificado siempre es el estar en ese lugar donde no está nadie y documentar bandas y lugares. Mi estilo es documentalista.

El año pasado empecé a retomar esa línea. Estoy yendo a boliches chicos, a lugares que son complicados de fotografiar, porque no hay luces, o no están todas las condiciones, pero es donde el músico se expresa más, donde hay bandas que sólo pueden acceder ahí, que no acceden a los grandes escenarios, etc. También estoy haciendo notas para la revista “Solo Rock”.

¿Tenés algún referente en fotografía?

-De Uruguay, Panta Astiazarán, quien es sumamente respetado. Luego el que fue un poco el padre de todos, el viejo Testoni, no tanto sus retratos, sino más bien su parte periodística. A nivel internacional me gusta Robert Capa, y la fotógrafa Annie Leibovitz.

¿Actualmente estás preparando un libro con el archivo de tus fotos?

-Sí estoy en ese proceso. Me está llevando mucho trabajo porque no son fotos digitales, son análogas. Primero las digitalizo y después las tengo que retocar, ya que son negativos que con el paso del tiempo están dañados, rayados. Un puntito que tiene el negativo, es un rayón. Me lleva un día mínimo restaurar cada foto.

¿Cuál es tu límite a la hora de fotografiar?

-Siempre mi límite para fotografiar ha sido mi vergüenza. En los show, sacarles fotos luego del espectáculo o en los camerinos. Siento que es como sacarles un poco el protagonismo o ese momento de disfrute luego del espectáculo. Es parte de mi timidez de pedir un minuto para sacar una foto.

¿Qué foto te negarías a sacar?

-Seguro una de Peñarol (risas).

¿Y cuál foto te arrepentís de no haber sacado?

-Muchas. Me hubiera encantando sacar un retrato a Keith Richards, de Rolling Stones. También de algunos recitales que lamento no haber ido como por ejemplo el de The Cure. O a gente conocida como Jacques Yves Cousteau que es un hombre muy interesante. De Uruguay a Eduardo Darnauchans, a quien vi durante 5 años, frente a frente todos los días, ya que era el corrector del Semanario Jaque y nunca se me ocurrió fotografiarlo en la cotidiana. Y por supuesto todo lo que no saqué de los años 80. Es algo que vivo hablando con los músicos de esa época. A ninguno de los que estábamos ahí, se nos ocurrió que eso iba a trascender, que 30 o 40 años después iban a seguir tocando y los iban a ver a los hijos. A veces por los costos de los materiales, tenía que estar midiendo qué sacar. O por ejemplo a Sumo, que lo fotografié en el escenario, pero al año murió. Si hubiese sabido gastaba el doble de rollos.

¿Tenés otras pasiones aparte de la fotografía?

-En los 90’ me distancié un poco de lo que es trabajar profesionalmente como fotógrafo. Me casé, me divorcié enseguida. Tuve un hijo, me dediqué a criarlo. Tuve una Agencia de Publicidad, entré a trabajar al Codicen. Di clase de diseño gráfico. Hice un poco de todo. Ya en el año 2000 empecé más con el diseño de libros, y desde el 2008 hasta hace poco tiempo atrás, estuve trabajando en el Museo Gurvich donde me dediqué a la parte de arte que es algo que también me apasiona. A esto se le suma que vengo de familia de artistas, mi tía, Elizabeth Thompson, era pintora y diseñadora de vestuario y escenarios, Premio Nacional de Pintura. Y el hermano mellizo de mi madre fue Norman Bottrill quien también era pintor, del que tengo una gran colección, es más soy el mayor coleccionista de sus obras.

Por otro lado, siempre estuve muy vinculado con mi padre al arte, dado que él fue director nacional de Cultura y era catedrático de la Facultad de Arquitectura de la cátedra de Historia del Arte y de la Arquitectura.

¿Cuál es tu cable a tierra?

Son muchos: mi apartamento que lo llamo mi bunker en el cielo, mi huerto orgánico que tengo en la terraza. Cocinar, la cerámica que hago desde hace unos años, restauraciones de objetos y muebles, coleccionar cosas.

¿Te sentís realizado en esta etapa de tu vida?

-De todos los sueños que he tenido, me quedan muy pocos por cumplir. Me queda terminar mi libro, tener un nieto, y conocer París, ya que conozco el sur de Francia, en un viaje loco, increíble. Era un viaje soñado y lo soñado fue por diez.

Junto a su hijo Joaquín en el viaje que realizaron juntos al Sur de Francia hace un par de años atrás

Terminó la televisión francesa filmando mi llegada junto a mi hijo Joaquín al pueblo de mis antepasados, luego vinieron aquí también a filmar y con todo el material hicieron un documental que vieron 4 millones de europeos.

Todo lo que he soñado, se me ha cumplido. Igualmente nunca estoy satisfecho. Soy un tipo que no sé quedarme quieto, no sé no hacer nada. Y siempre tengo sueños y proyectos por delante.

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