Del puño y letra del ministro (int.) de Turismo, Remo Monzeglio, transcribimos estas líneas que compartimos por su relevancia para un departamento productivo y turístico como Paysandú, que además es una buena noticia para todo el país.
Para llegar a este logro fueron necesarios dos largos años, la lucha y tenacidad de una familia consciente del patrimonio histórico que debían resguardar y algunos que creímos desde el primer momento que ese lugar podía convertirse en una «atracción turística» -por sus historias y leyendas, por sus instalaciones y paisaje-, y que ese relato debía ser contado.
De esta manera se fue gestando este proceso:
Después de más de treinta años, dos de los cuatro hermanos de la familia Morató, tuvieron la deferencia de abrirnos las puertas de su histórica casa, a un grupo muy reducido de personas.
Desde hace mucho tiempo queríamos generar un “circuito turístico”, incluyendo la visita a esa hermosa edificación del departamento de Paysandú y sus alrededores. Hasta allí llegamos entonces, la subsecretaria de Educación y Cultura, historiadora Ana Ribeiro; la Arq. Silvina Podestá de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación; el entonces diputado y ahora intendente, Dr. Nicolás Olivera y quien esto escribe, acompañados de dos guías profesionales de la zona.
El Pueblo Morató -Estación Tres Árboles, Paysandú-, están ubicados a unos 88 Km. al noreste de la ciudad de Guichón. En las inmediaciones de este centro poblado, en tierras de la Estancia “Buen Retiro” se encuentra el llamado popularmente “Castillo Morató”, una construcción palaciega de gran valor histórico y arquitectónico.
Fue construido entre 1902 y 1904 y fue sede de importantes reuniones de líderes políticos durante las batallas de la revolución, contando el lugar con galerías subterráneas que les permitía ingresar o retirarse del lugar sin ser vistos. Pero también se ha destacado por su modelo productivo desde su fundación y como un gran proveedor del Frigorífico Anglo (Patrimonio de la Humanidad – UNESCO).
En ese momento se encontraba cerrado para el público, por ser propiedad privada destinada a la producción de carne y lana. Teníamos fe que en esta oportunidad pudiéramos convencer a la familia propietaria para que aceptaran empezar a admitir turistas en un número muy limitado.
Fue una visita realmente excepcional e inolvidable; valió largamente la pena el viaje de dos horas de ida y dos de vuelta, para ver ese lugar arquitectónicamente hermoso, pero a la vez lleno de enigma y de misterio.
El traslado por caminos internos es definitivamente agobiante, solo vehículos muy resistentes pueden superarlos y quizás esto es lo que de alguna manera haya preservado por tanto tiempo la intimidad del lugar, que para nosotros es un «castillo», pero que para la familia propietaria es “su casa”.
Finalmente esas gestiones dieron resultados. Ellos mismos ya tenían un plan previo, a partir de la solicitud del lugar como MR (Marca Registrada). Así fue que comenzaron a recibir visitas previamente organizadas y guiadas, en principio para muy pocas personas, pues la riqueza histórica y arquitectónica del sitio amerita cuidados y precauciones.
Esas puertas que se nos abrieron, después de tanto tiempo, nuestra esperanza de «que, en un día no muy lejano, se integrara al acervo cultural además del turístico», ahora se logró. Mientras tanto, lo que pensábamos, que “hay que dejar madurar y reposar este proyecto que, como un buen vino, merece ser degustado ceremonialmente y en ocasiones sumamente especiales», ya es un hecho.
Remo Monzeglio. Viceministro de Turismo