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El picudo rojo y el debate de las ideas

El silencio de las palmas

El picudo rojo avanza, y el país aún no sabe cómo detenerlo

Vengo de Colonia del Sacramento. El aire tibio de otoño todavía acaricia la costa, y el atardecer sigue tiñendo de oro las casas bajas, como en una postal intacta. Pero el paseo hacia el este, entre la Ruta 1 y la doble vía aún postergada, me devolvió otra imagen: casi 10 kilómetros de palmeras canarias que aún resisten con una gallardía conmovedora, como centinelas de un paisaje que, si no actuamos, se transformará en ruina.

El picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) está aquí. Ya no es un rumor entre agrónomos ni un alerta en letra chica. Desde 2022, ha comenzado su lenta pero implacable invasión en diversas regiones del país, cebándose particularmente con la Phoenix canariensis, esa palmera que no solo decora nuestras plazas y paseos costeros, sino que forma parte de nuestra memoria colectiva, del Uruguay que se pasea y se mira.

Se han tratado unas 2.800 palmeras hasta ahora. Se colocaron 70 sensores y una docena de trampas en zonas críticas. Y, sin embargo, el enemigo avanza en silencio, colonizando desde dentro, invisible hasta que ya es demasiado tarde.

Una amenaza ignorada

¿Por qué se ignoró esto por tanto tiempo? ¿Cómo es posible que el país no tenga aún un sistema nacional de emergencia fitosanitaria pública coordinado con las intendencias y los organismos responsables del ornato urbano?

La respuesta, como en tantas otras cuestiones ambientales, es el desinterés institucional, la fragmentación de competencias, y una peligrosa subestimación de lo que parecen ser «problemas menores». Pero no lo es.

El picudo no solo ataca a palmas decorativas: su impacto ecológico potencial sobre especies nativas aún no está completamente estudiado, y podría ser devastador en el mediano plazo. Las experiencias internacionales, en especial en el Mediterráneo, han demostrado que cuando se actúa tarde, el paisaje cambia de forma irreversible, y el costo económico y simbólico es altísimo.

Un modelo de desarrollo en tensión

Un modelo de desarrollo en tensión

En Colonia, por ahora, la doble vía fue postergada, pero no por mucho tiempo. Según está previsto en el programa de inversión en infraestructura vial del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), se construirá un tramo de doble vía en la Ruta 1, a la altura de los accesos a la ciudad. La licitación está programada, pero aún no se ha resuelto qué hacer con las palmeras ubicadas a ambos lados de la ruta, muchas de ellas centenarias.

La polémica no es nueva. En octubre de 2021, y con autorización de la Dirección Nacional de Viabilidad, se determinó el retiro de seis palmeras a la altura del kilómetro 173, para permitir la instalación de una parada de ómnibus solicitada por unos 50 vecinos. Se prometió su reubicación, pero la extracción de las dos últimas palmeras fue frenada por un grupo de vecinos que se opuso firmemente a su remoción, logrando suspender las obras en ese punto.

Ahora, con el nuevo trazado proyectado, la problemática revive, y las decisiones tomadas marcarán un precedente. En un reciente desayuno de trabajo organizado por la Cámara Oficial Española de Comercio de Uruguay, el ministro José Luis Falero fue consultado sobre el destino de estos ejemplares tras la futura obra, según informó La Diaria. Aún no hay una resolución definitiva.

Y entonces surge la pregunta incómoda: ¿qué pesa más, el asfalto o las raíces? ¿Elegiremos un modelo de desarrollo que avanza sin mirar el paisaje, o seremos capaces de compatibilizar infraestructura con sensibilidad ambiental?

No se trata solo de palmas. Se trata de un modo de habitar y entender el territorio, donde la historia natural también tiene derecho a ser protegida. Y si el picudo rojo no las mata, que no lo haga la indiferencia estatal.

No se trata solo de una plaga. Se trata de un modelo de desarrollo ciego al paisaje, a la biodiversidad, al tiempo lento de lo natural. Porque cuando una palmera cae por picudo, cae también una parte del patrimonio visual de Uruguay.

El tiempo de actuar es ahora

Las resoluciones existen (958/022, 513/024, 525/024), sí. Hay planes de contingencia, protocolos de corte, listados de empresas. Pero todo eso llega con una advertencia implícita: la responsabilidad es de cada uno, desde las intendencias hasta los vecinos que tienen una palmera en su jardín.

Y esa individualización de la responsabilidad —que no genera indemnizaciones del Estado— puede volverse una sentencia para el ecosistema. Porque el control químico es costoso, limitado y muchas veces ineficaz. Porque la detección temprana es difícil. Y porque, cuando finalmente se ven los daños, la palmera ya está muerta en vida.

Un país que cuida sus árboles, cuida su alma

Necesitamos más que resoluciones. Uruguay necesita voluntad política, comunicación pública clara, financiamiento y planificación integrada. Necesita cuidar su paisaje como parte de su identidad.

Porque las palmeras que aún resisten en Colonia, Mercedes, Las Piedras o Salto no son solo vegetales: son un acto de belleza viva, una promesa de continuidad. Y si dejamos que el picudo rojo las destruya sin pelear, no solo perderemos sombra y estética. Perderemos parte de quienes somos.


📧 Para reportar casos o hacer consultas técnicas:
alertapalmeras@mgap.gub.uy

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