

Desde su despacho en el Palacio Legislativo, rodeado de fotos familiares y retratos de figuras históricas como Fructuoso Rivera, José Batlle y Ordóñez, Sanguinetti y Jorge Batlle, Duque conversa con serenidad y firmeza sobre su visión del país, su vínculo con Canelones y su forma de ejercer la política: con los pies en la tierra.
Licenciado en Administración por la Universidad Católica, vecino de Tala —donde su familia mantiene un comercio desde hace más de 45 años—, Duque reconoce que aún está en proceso de adaptación al cargo. “Todavía me cuesta que me digan diputado”, admite entre risas. “Pero estoy acá para aprender, para escuchar y para aportar”.
Afirma que la política lo atrapó no por tradición, sino por convicción. “Entendí que la política no es algo lejano. Es lo que organiza cómo vivimos, cómo se planifica el futuro. Y ahí los jóvenes no podemos estar al margen. Tenemos una oportunidad enorme: no traemos mochilas del pasado, traemos mirada fresca”.
Desde su banca en la Comisión de Turismo, Duque pone énfasis en construir una agenda seria, basada en las realidades del territorio. “El turismo es cultura, empleo, desarrollo y orgullo local. Pero para que eso se exprese hay que escucharlo desde adentro: desde quienes viven en cada rincón del departamento”.
Sobre Canelones, destaca su diversidad: “Es un departamento múltiple. Tiene costa, tiene interior productivo, tiene rutas del vino, turismo rural, termalismo en el límite norte. Pero falta integración y mirada estratégica de largo plazo. No se puede improvisar”.
Evoca una frase de José Batlle y Ordóñez que lo inspira: “El turismo bien organizado puede ser una de las fuerzas morales más grandes de la paz”. Y agrega: “Hoy más que nunca, el turismo debe ser herramienta de cohesión, no solo de promoción”.
Más allá del turismo, uno de los temas que Duque ha marcado en su agenda personal es la salud mental, especialmente a nivel territorial. “Durante la pandemia se habló más del tema, pero aún queda mucho por hacer. No es solo un tema de salud: es un tema de inclusión, de oportunidades, de bienestar”.
Como joven legislador, valora los espacios de diálogo entre generaciones. “Escucho mucho. A dirigentes con experiencia, a los equipos técnicos, a la gente. Me lo dijeron claro: escuchá, aprendé, y animate. Y eso estoy haciendo”.
También destaca la oportunidad que representa una renovación generacional: “Los jóvenes no venimos a hacer lo mismo con otra cara. Queremos construir con sentido, con cercanía, con compromiso. La política tiene que volver a conectar con la gente”.
“Vengo de un pueblo donde las cosas se hacen cara a cara. Donde el almacén y la plaza son espacios de encuentro. Eso no se pierde nunca”, dice, orgulloso de sus raíces. Y concluye con una idea que resume su forma de ver el rol que hoy le toca ejercer:
“Nos toca heredar una historia, pero sobre todo, nos toca escribir la nuestra. Con respeto, con trabajo y con una visión que no pierda nunca el contacto con el territorio.”



